Acabo de lanzar un avatar generado por inteligencia artificial que representa una nueva forma de comunicar, de estar presente y de conectar. No es una herramienta más. Es un prototipo con propósito. Una forma de explorar nuevos lenguajes, nuevas narrativas y nuevas formas de relación que van más allá del formato tradicional.
En un momento en que la inteligencia artificial ya no es promesa, sino presente, comenzamos a convivir con lo que podríamos llamar una nueva fuerza de trabajo aumentada: sistemas inteligentes que colaboran con nosotros, no solo para automatizar tareas, sino para expandir nuestras capacidades profesionales.
Esta transformación tiene un nombre: agentes de IA.
Los agentes no son simples asistentes. Son entidades digitales capaces de actuar con cierto grado de autonomía para llevar a cabo funciones específicas dentro de un ecosistema. En el ámbito jurídico, pueden encargarse de tareas como análisis documental, redacción preliminar de cláusulas, elaboración de informes, seguimiento normativo o gestión de workflows. Algunos son generalistas; otros, profundamente especializados. Y lo más relevante: están empezando a integrarse como una pieza más en nuestros equipos.
Puede leer el artículo completo aquí.